… lo que no sabía era que, en el camino se iba a encontrar con su entrañable amiga Lourdes, que le animó, como es habitual en ella (digo esto de animar a los demás), a que retomase su pasión por la literatura y escribiese algún nuevo soneto que le devolviese la ilusión por su trabajo en tierras gallegas, cerca de Sequeirox para más señas, y educando adultos ahora.
No quiso enredar teniendo estos pensamientos y buscando en su viejo baúl de objetos olvidados, encontró su cuaderno del profesor en el que iba anotando entre aquellas páginas dispersas, cientos de versos que su trabajo e inspiración le iban sugiriendo.
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